Durante el mes de febrero se puede visitar la EXPOSICIÓN DE PINTURA Y ESCULTURA de Miguel Rios Molina que se inaugura el jueves 2 de febrero de 2017 a las 20:00 horas en el Centro Cultural Biblioteca de Montequinto
Hablar de Miguel no es hacerlo sobre un artista al uso, pues hemos de desgranar ciertos aspectos de su persona para comprender mejor por qué su obra es así y no de otra forma.
Lo conocí como alumno en la Facultad de Bellas Artes, y he de confesar que no me dejó indiferente. Detrás de su gesto serio y recio de rasgos curtidos, de su barba blanca y cabello desaliñado, había un chaval impetuoso en busca de conocimientos que justificasen su amor por el Arte.
Le delata su mirada nerviosa e inquieta, que sin tregua alguna analiza su entorno y le convierten en un observador compulsivo, impaciente e inconformista.
Como profesor, me mantenía en constante atención para que mi nivel de enseñanza no quedara a la zaga frente al suyo de aprendizaje. Quizás estos breves datos puedan desvelar la estructura de esta exposición, en la que vuelca todas sus pasiones, inquietudes y debilidades.
Él terminó sus estudios en la Facultad hace pocos años, pero es probable que ustedes no sepan que su vocación de artista le viene desde el principio de sus días.
La Universidad apenas si ha hecho organizar dicha inquietud, y en ningún caso el título le hace más artista que antes. Es como aquellos hombres del Renacimiento, ávidos del estudio y la búsqueda constante de una plástica que lo defina.
En el proceloso camino de investigación incansable, vemos la pintura acrílica como vehículo que marca la ruta incierta, pero segura de sus “Laberintos de colores”. En ellos prima el sentido cíclico de la composición entorno al pensamiento más abstracto que el pintor guarda en el interior de su subconsciente.
De ese rincón interior de Miguel se escapa también la amargura que las circunstancias impregnan su vida, como apreciamos en su serie “Desolación”. Esa amargura nos recuerda nuestras miserias y fracasos, tan necesarios para saber a lo que aspiramos. Sus óleos nos transportan a la añorada época de academia y sus acuarelas a la frescura e impronta del apunte.
Sólo quisiera resaltar por encima de todo la capacidad de adaptarse a tantas técnicas y procedimientos: el grabado, las técnicas clásicas de la imaginería y sobre todo el sentido escultórico que contamina toda su obra. El volumen y la materia son cosas que impregnan su arte, en sus torsos rotundos, en los que la terracota, la madera, el yeso y el metal pugnan por ser los más fieles a sus propósitos creativos y sueños de taller.
Le deseo a Miguel el mayor de los éxitos, no sólo en esta exposición, sino en el día a día en su estudio, donde se fraguan los deseos de ese niño impetuoso que lleva dentro. Espero que siga construyendo nuevas realidades a partir de sus maquetas y que sean el preámbulo a grandes esculturas que hablen de su vida e inquietudes.
Y así podría seguir desmenuzando su obra una a una, pero esa tarea se la cedo a ustedes, para que conozcan a un Artista que quiere contar cosas “a su manera”.
¡Suerte compañero!
Alberto Germán Franco Romero
Escultor, Dr. en BB.AA.
Prof. As. Facultad de Bellas Artes
Universidad de Sevilla
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