¡Buen Camino! Esta es una de las frases que a modo de saludo más han usado los participantes durante la última semana. Y es que 55 miembros del IES Galileo Galilei, entre alumnado, profesorado y familiares acompañantes, acaban de volver de un viaje inolvidable… ¡Han realizado el Camino de Santiago!
Aunque se marcharon la madrugada del miércoles 21 al jueves 22 de junio, la preparación comenzó mucho antes. En octubre celebraron la primera reunión con los interesados en participar y sus familias. A finales de mayo se llevó a cabo la segunda reunión, ya más concreta e invitando a ella a los más de 15 alumnos que se incorporaron avanzada ya la organización del viaje. Pusieron en marcha un reto en una aplicación móvil que les contabilizaba los km en los entrenamientos. Tanto la profesora Mar los primeros días, como Pedro los últimos, les mostraron la importancia de una buena preparación previa y del calentamiento y estiramiento al inicio y final de cada etapa. Incluso, pese al calor, un par de sábados de junio salieron al campo a probar nuestros zapatos, calcetines y… resistencia.
Llegó el día y la salida de Montequinto se retrasó dos horas debido a un accidente que impidió al bus llegar a la hora prevista. Así que a las 2 de la mañana comenzaron la aventura. Pronto conocieron a Bartolo, el conductor que les acompañaría el resto del viaje y que tenía ya experiencia en este camino con otros grupos. les llevó a Lugo, su primera parada, donde pudieron pasear por sus magníficamente conservadas murallas romanas.
Por la noche fueron a Sarria, lugar de salida de su camino, a 118 km de Santiago de Compostela. Allí se hicieron con las credenciales que debían acompañarles el resto del viaje. Estas credenciales eran el testimonio de su paso por el Camino, y debían sellarlas en diferentes lugares cada día para poder optar a recibir la Compostela al final del camino. A la mañana siguiente se levantaron a las 7 con muchas ganas ya de empezar a andar. Tras preparar sus cosas y desayunar, se pusieron en marcha.
Tras seis horas y 22 km de marcha llegaron a Portomarín, su primer destino. Allí tuvieron la suerte de que ese día abrían la piscina municipal, así que allí se fueron a relajar sus pies y afianzar la amistad que habían hecho con un grupo de Tenerife que compartía con ellos el Camino.
El albergue que ocuparon en esta localidad era muy curioso: en una habitación durmieron 150 personas, separadas unas de otras por unas ligeras cortinas. ¡Jamás habían compartido dormitorio con tanta gente!
La segunda etapa era la más larga, 25 km, así que se dispusieron todos a realizarla con cierto temor. Las ampollas y lesiones en la primera jornada no habían sido un problema, pero… ¿aguantarían un segundo día?. Pues sí, aunque ya las ampollas se hicieron más patentes y en el albergue de Palas de Rei, su segunda parada, hubo que pinchar algunas.
La tercera etapa fue mucho más corta ya que sólo 14 km les separaban de Melide. Hicieron bien en optar por dividir el recorrido de 28 km que une Palas con Arzúa, ya que un tercer día agotador habría resultado desastroso para ellos. Y sin embargo, en Melide tuvieron tiempo para descansar e incluso ir a una piscina fluvial cercana. Tuvieron que dividirse en dos albergues, pero ambos resultaron ser los mejores del Camino.
Se levantaron a las 7 de nuevo dispuestos a completar nuestra cuarta etapa y así pasar el ecuador del recorrido. Los 14 km que les separaban de Arzúa eran los de más desnivel. Menos mal que pudieron hacer una parada en Ribadiso para mojarse los pies en el agua fría.
A las 12 ya estaban en su destino, con algún tiempo para descansar y comer antes de hacer una visita cultural al Monasterio de Sobrado. Y es que merece bastante la pena asomarse a este punto del camino primitivo, para conocer de primera mano como es la vida monacal.
La quinta etapa, ya de 19 km, se cobraba sus víctimas. Fran enfermo, José Antonio agotado, Jesús cansado, Pablo lesionado,… Bartolo llevaba ya a varios en el bus. Pero los demás seguían andando. Y al llegar a Pedrouzo sabían que sólo les separaban ya 19 km de su destino. Y comenzó la última etapa con el día lluvioso. No había caído ni una gota en las cinco jornadas anteriores, pero no se podíamos ir de Galicia sin un chaparrón o dos, porque al llegar a Santiago otra gran lluvia les esperaba.
Ha sido una experiencia muy enriquecedora para todos. Es el primer viaje de estas características que realiza el alumnado de 3º de la ESO del centro y sin duda les ha sabido a comienzo… el comienzo de un camino que les llevará en próximos cursos a Italia, Irlanda, Francia, Canarias,… ¡quién sabe!