Juan Agustín Morón, director del máster propio en Prevención de Riesgos Psicosociales en Adolescentes y Jóvenes de la UPO, asegura que más del 50 por ciento de los jóvenes se pasa más de cinco horas diarias enganchados a Internet
Teléfono móvil, Internet, redes sociales, alcohol, drogas… tarde o temprano los jóvenes se exponen a unos riesgos para los que socialmente no están preparados. Las nuevas tecnologías han traído situaciones a la cotidianeidad que a veces escapan al control de los padres y madres. Estos riesgos a los que se enfrentan los jóvenes actualmente representan una nueva realidad, una realidad venida a más en la última década, en la que se han desarrollado numerosas herramientas con las que los jóvenes conviven y que “no son controladas por los mayores, a veces por incapacidad para formar parte de ellas o por desconocimiento” tal y como afirma Juan Agustín Morón, director del Máster en Prevención de Riesgos Psicosociales en Adolescentes y Jóvenes de la Universidad Pablo de Olavide, que gestiona la Fundación UPO.
Además, “junto a estos riesgos están los tradicionales, como son el consumo de drogas y alcohol, las prácticas sexuales de riesgo; acoso, violencia y agresividad; conductas suicidas y autoagresivas, y preocupación por el cuerpo y su modificación”, afirma Morón. Todos estos riegos a los que se enfrentan los adolescentes y jóvenes en general les pueden crear una serie de psicopatologías, tales como la depresión, la ansiedad, los trastornos de conductas y delincuencia, así como los trastornos del comportamiento alimentario.
Uno de los principales riesgos a nivel grupal que sufren los adolescentes es el acoso escolar, que alcanza al 9,9 por ciento de los alumnos, siendo de ellos un 1,2 por ciento los que lo sufren frecuentemente y un 8,1 por ciento de modo ocasional. Las cifras, además, varían según las diferentes etapas académicas, según asegura el director del máster, quien sostiene que “un 30 por ciento del alumnado de Primaria en Andalucía es víctima de bullying”, mientras que en Secundaria el 6 por ciento son agresores, el 17 por ciento agresores victimizados y un 56 por ciento ocupa el rol de espectador.
Además de esta problemática generalizada, los adolescentes y jóvenes también se enfrentan a otros riesgos a medida que su inclusión social aumenta, como es el caso del consumo de sustancias como el tabaco, el alcohol y las drogas. Según explica Juan Agustín Morón, “el inicio al consumo sucede en ámbitos de ocio y de diversión. Normalmente entre amigos y compañeros y sólo el consumo individual se produce cuando existe una adicción a alguna de las sustancias más comunes”. Asimismo, señala que existen nuevos riesgos como “la generalización de fumar en cachimba, que algunos autores lo consideran una entrada precoz al consumo de drogas como tabaco, hachís o marihuana; las apuestas deportivas en locales, APPs, Internet o los juegos de azar online; las nuevas drogas de diseño, la ‘pérdida de respeto’ a las enfermedades de transmisión sexual, como puede ser el SIDA, los videojuegos, el uso ‘adictivo’ del móvil, etc…”.
Sin embargo, “uno de los riesgos más importantes en estos momentos es el uso de las nuevas tecnologías por su falta de control por parte de padres, madres y educadores, su fácil acceso y manejo” afirma Morón. Dentro de las nuevas tecnologías destacan el acceso a teléfono móvil a temprana edad y el uso de redes sociales como los principales riesgos, siendo “la edad media del primer acceso a Internet de los menores en torno a los 10 y 11 años, edad a la que alrededor de dos tercios posee un terminal móvil propio”.
El acceso a Internet de los menores aumenta con la edad, pues a los 15 o 16 años el 89 por ciento de los jóvenes posee un teléfono propio. De esta manera, el acceso a Internet por su parte se canaliza a través de herramientas como el teléfono móvil y las redes sociales. Tanto es así, que “más de un 50 por ciento de los jóvenes se pasa más de cinco horas diarias enganchados a Internet, por lo que se ha convertido en una herramienta fuera de control”, una situación límite que cada vez provoca más riesgos en el desarrollo de los jóvenes y adolescentes. Para contrarrestar la problemática que se pueda derivar de dicha situación, el profesor considera que “lo más importante es educar a los menores en su uso para evitar situaciones de desconocimiento y de fortalecimiento del autocontrol”.
En este sentido, el máster en Prevención de Riesgos Psicosociales en Adolescentes y Jóvenes de la UPO busca “crear nuevas competencias que ayuden a reducir o paliar los riesgos psicosociales que existen en nuestra sociedad”, tal y como explica su director. Además, aclara que “los riesgos están muy presentes en la sociedad actual, y por ende, en los jóvenes y adolescentes, pero eso no significa que juventud y adolescencia se deba identificar con problemas”.
Este programa formativo, cuyo principal objetivo es formar a profesionales que estén preparados ante estos retos, se desarrolla en la Universidad Pablo de Olavide hasta el próximo mes de diciembre de 2018. Durante la celebración del máster, que incluye prácticas externas para los alumnos, se desarrollarán 14 asignaturas a lo largo de tres módulos, como por ejemplo: adolescentes y jóvenes, la prevención socioeducativa, el consumo de drogas en adolescentes y jóvenes, la adicción a las nuevas tecnologías o la violencia escolar y juvenil.
Más información: Máster en Prevención de Riesgos Psicosociales en Adolescentes y Jóvenes