Investigadores de la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad Pablo de Olavide, del Centro de Investigación en Rendimiento Físico y Deportivo de esta universidad e investigadores del Instituto de la Grasa (CSIC), están realizando un estudio sobre la relación entre marcadores inflamatorios y obesidad en el que comprobarán si la aplicación de un programa de ejercicio físico adaptado, controlado y sistematizado tiene efectos positivos sobre dichos indicadores de salud metabólica e inmunológica.
Para ello, el grupo de investigadores coordinado por el profesor de la UPO José Antonio González Jurado, está realizando un seguimiento a 32 pacientes a lo largo de 10 semanas, tiempo en el que se comprobará su efecto mediante el análisis de marcadores bioquímicos anti y pro inflamatorios en suero sanguíneo y en tejido adiposo subcutáneo. El estudio se está llevando a cabo en el Laboratorio de Actividad Física y Salud de la Facultad de Ciencias del Deporte de la UPO, en el Centro de Investigación en Rendimiento Físico y Deportivo, así como en el Instituto de la Grasa del CSIC. Los resultados verán la luz finales del 2016.
Según los investigadores, la obesidad es una enfermedad crónica de origen multifactorial, con una elevada prevalencia a nivel mundial que se asocia a complicaciones potencialmente graves y que precisa de un enfoque multidisciplinar por su gran repercusión clínica y elevado coste sanitario. En el año 2011, 366 millones de personas padecían esta enfermedad, y los investigadores prevén que esta cifra aumente a 522 millones de personas en el año 2030.
El interés actual de la lipoinflamación o inflamación crónica asociada a la obesidad deriva del conocimiento de las alteraciones y remodelado que se produce en el tejido adiposo, con la participación de múltiples factores y elementos implicados en todo el proceso. En la obesidad, los niveles circulantes de marcadores inflamatorios son elevados, posiblemente debido a una mayor producción de citoquinas pro-inflamatorias a partir de adipocitos, macrófagos infiltrados en el tejido adiposo, o células endoteliales entre otras. Numerosos estudios evidencian que la hipoxia del tejido adiposo puede ser un importante mecanismo a través del cual el tejido adiposo provoca la inflamación del tejido local y contribuye además a la inflamación crónica.
La evidencia actual apoya que el entrenamiento físico, como el ejercicio aeróbico y de fuerza a largo plazo, reduce la inflamación crónica, especialmente en individuos obesos con altos niveles de biomarcadores inflamatorios, y que este efecto es independiente de la pérdida de peso inducida por el ejercicio. Existen varios mecanismos a través de los cuales el ejercicio reduce la inflamación crónica, incluyendo su efecto sobre el tejido muscular para generar mioquinas antiinflamatorias, mejora de la oxidación de ácidos grasos, mejora de la sensibilidad a la insulina, el efecto sobre el tejido adiposo para mejorar la hipoxia y reducir la lipoinflamación, y el efecto sobre el sistema inmune para reducir el número de citoquinas pro-inflamatorias. Sin embargo, según los investigadores, el tipo, intensidad, y volumen de ejercicio ideal para mejorar este estado de inflamación crónica y obesidad no está claramente definido y necesita de investigación adicional.