Mas de 8 años de lucha, eso es lo que lleva un vecino de Montequinto, Juan Manuel, peleando con la Junta de Andalucía y con Servicios Sociales para conseguir algún tipo de ayuda o una residencia para su madre con un 81 % de minusvalía. Tras años de pasar por revisiones y tramites de todo tipo sigue peleando con las administraciones públicas para que le ofrezcan algún tipo de ayuda sin conseguir nada, bueno si, una tarjeta de aparcamiento de minusválido.
Desde aquí queremos apoyar a Juan Manuel en su lucha, y queremos dar a conocer su caso, y si alguien puede ayudarle o asesorarle le estaríamos eternamente agradecidos.
Y quien mejor para contar su problema que él mismo, os dejamos el texto que fruto de la desesperación, ha escrito en su blog como aquel que grita al cielo buscando ser escuchado.
http://visionretorcida.blogspot.com.es/2013/11/la-historia-de-una-dependencia.html
Todo comenzó cuando mi padre falleció. Solo unos días antes, como si de una premonición se tratara, tuvimos una conversación que jamás olvidare. En ella me daba sus instrucciones y recomendaciones por si le ocurría algo. Debido a los muchos problemas de salud física y mental que padece mi madre, me dijo que no intentara nunca tenerla en mi casa, y que la ingresara en una residencia asistida, y eso fue lo que hice mientras pude.
Mi madre en la actualidad tiene 80 años. Son muchos los que lleva enferma y necesita de una persona las 24 horas del día. Aunque en principio no iba a especificar sus enfermedades, he cambiado de opinión. Os detallo el dictamen técnico facultativo del equipo de valoración y orientación del centro de la ciudad de Sevilla, del que sólo resalta las más importantes:
1- TRASTORNO DE COORDINACION Y EQUILIBRIO ENFERMEDAD EXTRAPIRAMIDAL IATROGENICA
2- TRASTORNO COGNITIVO TRASTORNO MENTAL ORGANICO VASCULAR
3- TRASTORNO MENTAL ESQUIZOFRENIA PARANOIDE NO FILIADA
Tras buscar mucho, opté por la que nos pareció la mejor. El problema era que costaba 300 euros más de lo que ella cobraba por su pensión. Mi mujer y yo trabajábamos, así que no nos importaba aportar dicha cantidad de dinero para que estuviese en las mejores condiciones y cuidados. No obstante, solicité una residencia de la Junta de Andalucía, y de esta manera emprendí una cruzada para una valoración de grado de dependencia, que a día de hoy continúa.
Pasaba el tiempo y llegó la maldita crisis, que afectó de lleno a mi hogar. Primero a mí, y tres meses después le tocó a mi mujer. Ahora ambos engrosábamos las listas del INEM, estábamos sin trabajo.
Ahora ya no podía sumar a su pensión el importe necesario para que continuase en una residencia asistida y tuve que alojarla en mi casa. Con mi subsidio de desempleo y su pensión vivimos luchando durante años, mientras esperábamos la valoración de su grado para obtener una residencia de la Junta de Andalucía.
Según me recomendaron, solicité que el tribunal médico valorara su grado de minusvalía. Primero solicité una residencia para ella a la Ley de Dependencia. Vivimos en Sevilla y, después de años de espera, me incluyeron en una lista de espera para una residencia en Huercal-Olvera, provincia de Almería, a 460 Km. de distancia de Sevilla.
Les comuniqué que estaba demasiado lejos de nuestro domicilio. Al rechazar dicha lista de espera para esa residencia, volvíamos a ser “los últimos de la fila”, por lo que todo lo hecho y esperado había sido en vano. Se ve que para la administración la distancia de 460 km de ida y otros tantos de vuelta para ver a mi madre les parecería adecuada.
Aquí va el relato por fechas de una lucha por una residencia asistida primero, y por una ayuda a la dependencia después, que a día de hoy aún sigo esperando.
El 28 de abril del 2005 solicité el ingreso en centro residencial para personas mayores en la Conserjería para la Igualdad y Bienestar Social.
El 7 julio del 2006 se me comunicó que se incluía en una lista de espera para una residencia en Huercal-Overa, Almería a 460 km de distancia de Sevilla, sin saber para cuando estaría dicha plaza disponible. Después de ser rechazada, se me advirtió que, de no contestar antes de 15 días, todo habría sido tiempo perdido. Esta información me llegó firmada por la que entonces era jefa de servicio de Gestión de Servicios Sociales, la Sra. Mª Trinidad Pérez Márquez.
Si bien al no estar de acuerdo con la distancia que la separaba de mi domicilio, perdí el turno y tuve que empezar de nuevo. El mismo día tras seguir instrucciones y por carta certificada, envié mi negativa a trasladar a mi madre tan lejos para ni siquiera poderla visitar.
El 17 abril 2009 se me comunicaba que la valoración de mi madre estaba por debajo de los 200 puntos y con esa citada puntuación seria muy difícil la inclusión en las listas de ingreso en una residencia. Vaya sorpresa. Para Almería sí tenia puntos pero para una más cercana parece que no.
Por ello, me sugerían que solicitase la valoración de la dependencia en el Centro de Servicio Sociales más próximo a mi domicilio, con el fin de actualizar la situación como demandante de un recurso residencial. Dicha recomendación me la ofrecía el Sr. Jefe del Servicio de Gestión de Servicios Sociales, Francisco Javier González Mateos, al que hice caso. El 22 de diciembre 2010 ya estaba toda la documentación entregada y solicitada de nuevo para volver a iniciar los trámites del procedimiento.
Tras seguir los procedimientos impuestos por dichos estamentos, y transcurrido mucho tiempo (concretamente el día 22 de julio 2011 había tenido entrada la resolución en la que se le concedía una Dependencia Severa Grado II Nivel 2), ya los 200 puntos quedaban muy lejos. Se me comunicó por carta que el día 13 de octubre a las 13,35 se realizaría una visita por parte de una Trabajadora Social de la zona para la elaboración de Programa Individual de Atención, y lo firmaba la Coordinadora de Concejalia de Bienestar Social, la cual tenía una firma ilegible.
Llegado el día se me ofrecieron varias opciones: una ayuda económica de 325 euros o 2,5 horas diarias de asistenta social con 55 horas al mes como máximo y la tele asistencia. Y la feliz noticia de que me habían nombrado oficialmente como cuidador de mi madre, cosa que hace años llevo haciendo.
Estando a la espera de una contestación que aún no ha llegado, inicié también el reconocimiento de un tribunal médico, donde después de un tiempo le fue reconocida un 81% de minusvalía, y donde por fin me daban algo: el título de cuidador, la tarjeta de minusválida y la tarjeta de aparcamiento para el coche. ¡Toma ya! ¡Qué gran noticia!
El 12 de agosto del 2013 decidí solicitar la revisión del grado y nivel de dependencia, aportando nuevos documentos de empeoramiento y reconocimiento de grado de minusvalía, del que aún estoy a la espera de que me citen y me sigan dando capotazos como si de un toro de lidia se tratara.
Todos los trámites empezaron el día 28 de abril del 2005. Aún la crisis no había llegado. Hoy, a 5 de noviembre de 2013, sólo he conseguido la tarjeta para aparcar el coche en zona de minusválido y una tarjeta que acredita que tiene un 81% de grado de minusvalía. Y, cómo no, el reconocimiento como cuidador de mi madre.
La lucha sigue. Las fuerzas se nos acaban. Su empeoramiento es visible y el estado de los que la rodean, mi mujer, mi hijo y yo, estamos al límite. Convivimos en la misma vivienda y estamos muy afectados física y mentalmente, pero a nuestras instituciones eso le importa muy poco. Son casi 9 años de procedimientos, valoraciones, recursos y revisiones sin obtener ninguna ayuda para aliviar una situación que empeora por día y ellos llevan años sin resolver.
A todos los que se encuentren en situaciónes similares a la que vivimos, os deseo de corazón más suerte con las personas que os lleven vuestros casos, unas resoluciones más prontas y favorables que la mía.
JUAN MANUEL MARTÍN FERNÁDEZ
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Dice aqui que deje un comentario… sin palabras me quedo para comentar solo que os deseo mucha fuerza mas de la que ya teneis para llevar tantos años luchando y mucha suerte¡¡¡
Muchas gracias Cristina las fuerza va por día y hoy no esta siendo de los mejores